martes, 5 de junio de 2007

Sigue el calvario en los servicios de salud

Guatemala, 4 de Junio del 2007

Ambulancias públicas al servicio del crimen

Algunas de las cosas que pasan en Guatemala, en muchas ocasiones simplemente cuesta creerlas. El matutino Prensa Libre, en su edición del pasado sábado 2 de Junio, en su página 12 nos informa que se descubrió la comisión de un asesinato en el Hospital Roosevelt. El trabajador Élfego Estrada fue muerto a tiros en la oficina de transporte del Roosevelt. Su cadáver fue luego trasladado hasta una aldea de Escuintla en una ambulancia perteneciente al mismo hospital y allí lo tiraron.

Prensa Libre reporta: “Rastros de sangre, restos de masa encefálica y un cascabillo tirado en la oficina de Transportes del Hospital Roosevelt pusieron al descubierto la muerte de Élfego de Jesús Estrada, de 35 años”

Ante tan graves acontecimientos, el Director del Hospital se limita a afirmar que “no puedo decir nada”. De hecho, al respecto ninguna autoridad del Estado dice nada. Asesinan a tiros a un trabajador, a una persona, a un ser humano, dentro de una oficina pública y todos los involucrados callan. Predomina una actitud marcada por el silencio y bien sabido es que, ante hechos semejantes, el silencio deviene en una forma de complicidad. Al fin y al cabo, el que calla, otorga.

Es innegable que Guatemala se encuentra sumergida hasta el cuello en una ola creciente de violencia delincuencial, que incluso ha sido instrumentalizada para ocultar el retorno de la también creciente represión selectiva.

Pero el colmo es que ahora, de nuevo, se asesine a personas en oficinas públicas y que se involucren recursos del Estado para pretender ocultar el crimen. Esto ocurrió miles de veces en épocas de la guerra, sobre todo en las instalaciones de la Judicial, del Ejército y de otros cuerpos represivos. Que ahora, años después, pase en un Hospital, obliga a la reflexión y a la denuncia. Tanto el Director del Hospital como el propio Ministro de Salud deberían, por ética, adoptar una actitud de abierta lucha por el esclarecimiento de este asesinato y por la pronta aplicación de la justicia. Su pasividad y su inacción no concuerdan con lo que la población espera de funcionarios públicos responsables de lo que ocurra en sus áreas de influencia.


Se agudiza crisis en el San Juan de Dios

Por otra parte, siempre en el campo de la salud pública, el mismo matutino nos regala hoy en su página 8 la información de que el Hospital San Juan de Dios sigue en estado lamentable. Aclara que faltan equipo médico y fármacos y que la infraestructura deja mucho que desear. Las fotografías que acompañan al artículo son suficientemente elocuentes. Lo que no informa el matutino es que, desde hace meses, los trabajadores y trabajadoras del sindicato han venido presionando, junto al personal médico, para que el Estado cumpla con su obligación de abastecer debidamente al sistema, como requisito para que la población reciba la atención adecuada, oportuna y suficiente a la que tiene derecho. De hecho, tras seis meses de lucha y de paro, el año pasado se firmó un acuerdo en el cual las autoridades se comprometen a resolver esas carencias. Sin embargo, resulta evidente que no lo han hecho.

Es difícil entender por qué este Gobierno, igual que los precedentes, requiere que la población esté en las calles, que haya un paro o cualquier otra fuerte medida de presión popular para escuchar las justas demandas populares.

Es difícil entender por qué a este Gobierno, como a los anteriores, no le tiembla el pulso para incumplir lo que firma y violar aquello a lo que se compromete. El país entero fue testigo de los compromisos que asumió el año anterior para poner fin al prolongado paro del gremio médico y de las y los trabajadores salubristas. Pero a Berger y a sus ministros, como a los precedentes gobiernos de derecha, eso simplemente no les importa. Su palabra no cuenta, como no cuenta su firma. Para ellos, todos los compromisos no pasan de ser iguales que sus promesas de campaña. Está ya muy cercano el momento en que la población ya no aguantará más las irresponsabilidades y los incumplimientos de todos estos gobiernos de derecha. La desatención a la red hospitalaria la quieren usar como argumento para privatizarla, y en ese proceso, quien pierde es el pueblo. No es justo que la codicia desmedida de estas derechas ponga en jaque casi mate, para el pueblo, el ejercicio de su derecho a la salud.

Instamos a médicos y a salubristas a aunar ideas y esfuerzos para fortalecer la lucha en pro de los intereses superiores de los sectores populares.

¡La Lucha Sigue!

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